A las 19.55 las campanas de la catedral y de otras parroquias de la ciudad repicaron en homenaje y agradecimiento del papa Benedicto XVI. Este acto y la celebración posterior se hicieron coincidir con la hora en la que se hacía oficial la renuncia del Santo Padre.
En su homilía el Obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco Rouco, agradeció al Señor los muchos y generosos frutos con que nos bendijo en la figura del Santo Padre. Su renuncia nos conmueve por el testimonio que nos da de amor a Cristo y a la Iglesia. Si bien, señaló el obispo de Lugo, se trata de un acontecimiento singular, no deber sorprendernos que el que ha estado toda su vida (en referencia a Benedicto XVI) dedicado al servicio de Dios y de la Iglesia, quiera intensificar esta relación el resto de su vida a través de la oración. Benedicto XVI deja de ser Papa, pero no deja de estar en nuestra historia. Se va y se queda para siempre en la oración y en la Eucaristía
Finalmente, Mons. Alfonso Carrasco, instó a todos los diocesanos a orar por el Papa emérito y por el que será su sucesor, cuya misión es la de mantenernos unidos en la fe y en la comunión.