Reflexión del Rector del Seminario de Lugo
“El sacerdote, don de Dios para el mundo”, este es el lema que anima el Día del Seminario de este año. Expresión que parafrasea la que el Papa Benedicto XVI pronunció en el Angelus del día 6 de Junio de 2010, en la clausura del Año Sacerdotal: “El sacerdote es un don del Corazón de Cristo; un don para la Iglesia y para el mundo”. Palabras con las que el Sumo Pontífice ilumina con igual sencillez y clarividencia la esencia del sacerdocio ministerial.
Quizás sea hoy necesario afirmar, más que nunca, que el sacerdote representa para el mundo una acción de Dios, en la que se refleja su predilección amorosa por los hombres. Porque los sacerdotes no hacen otra cosa que repartir los dones y regalos de Dios siguiendo el ejemplo de Jesucristo que se dio totalmente y sin límites. Ahora bien, en tiempos de incertidumbre como los nuestros, apreciar y valorar esto no es tarea fácil porque la cultura contemporánea, y buena parte del tejido social, contemplan el sacerdocio como un bien prescindible y, en consecuencia, ni solicita ni necesita este regalo.
Sin embargo, “sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre” (Benedicto XVI, carta a los seminaristas). Así lo afirmamos también nosotros. Porque el sacerdote a través de su existencia concreta, su estilo de vida, sus gestos y palabras, contribuye a desvelar el rostro de Dios en la sociedad de hoy. Y al vivir en plenitud su identidad y ministerio es un verdadero regalo para el mundo en general y para los cristianos en particular.
El Seminario, don de Dios para la diócesis
Un regalo inmenso de Dios a la Iglesia diocesana es el Seminario. Por eso, volvemos los ojos a él y hacemos una acción de gracias y una plegaria.
La primera para poner de manifiesto que también en nuestra diócesis existen jóvenes que viven con la conciencia de ser receptores de un don-elección de Dios, que lo acogen y se preparan para ser regalo de Dios en nuestra diócesis: son nuestros seminaristas.
Los seminaristas actuales, menores y mayores, nos invitan a abrir nuestras vidas a la esperanza. En el Seminario crecen y maduran al calor de la oración, de la meditación asidua de la Palabra, de la participación en la Eucaristía, de la devoción filial a María, del acompañamiento fraterno en la comunidad. Con el deseo de construir la vida identificados con Cristo y respondiendo a la invitación que Él les hace en la Iglesia, son el mejor don de Dios para nuestra diócesis.
El año 2010 ha sido un año de gracia que nos ha traído el regalo de tres ordenaciones sacerdotales. Este año 2011 se abrió con la recepción de los Ministerios de Lector y Acólito de otros dos seminaristas, el pasado día 18 de febrero. Son frutos maduros del amor de Jesucristo a la Iglesia de Lugo.
Con todo, y desde la alegría y la confianza del sembrador, es necesaria la plegaria. Son precisas más respuestas, más vocaciones. Comprometamos muchas siembras de oración y de propuestas educativas en las que se ofrezca el Seminario como lugar de desarrollo de la vocación humana, cristiana y vocacional. Hagamos nuestro este proyecto. Gracias.
Lugo, 12 de marzo de 2011.
Daniel García García